La entrevista se pactó en la cancha del Polideportivo Ian Barney y el protagonista llegó un rato antes para tirar al aro. Apenas calentó, dos cosas quedaron claras: la técnica intacta y la puntería demoledora. A los 59 años, Rubén Orlando Sandberg, “Samba”, sigue siendo el temible tirador que cosechó triunfos y aplausos y se ganó un lugar entre los ídolos del básquet obereño.

A los 18 años, en 1977, disputó su primer Provincial de Mayores con la Selección de Oberá y en 1986 integró el plantel de O.T.C. que participó de la Liga Nacional C. También jugó en Mitre y Luz y Fuerza de Posadas. En 1981 fue tentado para jugar en Comodoro Rivadavia, pero entonces el recordado profesor Andrés Quetglas le hizo una contra oferta que no pudo rechazar: le consiguió un contrato para trabajar en la escuela de básquet de la Municipalidad, tarea que sigue desarrollando con pasión.

Y fue así que surgió el Samba formador y entrenador, otra faceta que le brindó innumerables satisfacciones, como el permanente reconocimiento de tantos chicos que aprendieron con él. “Esta camiseta (del Deportivo Madryn) fue un regalo del Jose Fabio que jugó allá. Y tengo otra del mismo equipo que me regaló Marcelo Bondarenco. Fijate la casualidad, el gesto que los dos tuvieron conmigo. Lo mismo que Denis Gómez, pobrecito que ya no está…”, recordó emocionado.

INICIO Y MAESTROS

Así como adentro de la cancha era un tirador feroz, afuera es tranquilo, de bajo perfil y familiero. Casado y padre de cuatro hijos, no se olvida de su origen humilde ni de los maestros que lo formaron, lo que habla de su don de gente. El recordado entrenador Damaceno López, brasileño de origen, no podía pronunciar su apellido y lo comenzó a llamar “Samba”. Así nació su apodo.

“Tuve como grandes entrenadores a Chopa Panasiuk y a Pepe Martínez, y al súper maestro Andrés Quetglas. Chopa fue mi profe en el secundario y el Club Vanguardias, Pepe en O.T.C. y el profesor Quetglas en la Selección”, destacó. Y recordó: “Recién a los 14 años piqué por primera vez una pelota de básquetbol. Antes jugaba al fútbol y llegué hasta la tercera de Ex Alumnos 185”. Claro, era delantero y goleador, como no podía ser de otra manera.

Sus progresos fueron notables. A los 16 años fue convocado a la preselección Juvenil y a los 17 disputó su primer Provincial de la categoría: “Me acuerdo que le dije a Chopa que no tenía buzo ni zapatillas para el desfile inaugural y él me consiguió”, rememoró. En el primer partido del torneo fue suplente, pero ingresó en el segundo tiempo y anotó 20 puntos. Tras el debut se ganó la titularidad. “Después los jugadores de Posadas se acercaron para felicitarme”, comentó orgulloso de aquel primer hito en su carrera.

“EL BASQUETBOL FUE Y ES MI VIDA”

En 1977 disputó su primer Provincial de Mayores con la camiseta de Oberá. Tenía apenas 18 años. Después llegó la primera convocatoria al seleccionado provincial y “me iba a dedo a Posadas para entrenar”. Eran años de amateurismo puro, de pasión y sacrificio. Sobre el origen de su particular mecánica de tiro, sacando la bola bien de atrás, explicó: “No era muy saltarín al tirar y al principio me tapaban. Entonces empecé a sacar el tiro un poco más de atrás y quedó”. También el gancho en la zona pintada fue otro sello distintivo de Samba.

En el ámbito local jugó siempre en O.T.C. y como refuerzo para otros clubes obereños que disputaban la instancia provincial. También fue parte de Mitre y Luz y Fuerza de Posadas. “Con Cacho Stadler integramos el plantel de Luz y Fuerza que clasificó a la Liga Nacional. También jugaron Julio (Romero) y Oscar (Ruiz Díaz). Después trajeron todos jugadores de afuera”, mencionó.

En 1984, por enfermedad de su madre, tuvo que renunciar a la selección de Misiones que jugó el Campeonato Argentino. Pero en el 1986 integró el plantel de O.T.C. que jugó la Liga Nacional C, donde tuvo como compañeros al gran Ernesto “Finito” Gehrmann, Willy Lezcano y el norteamericano Joe Manley, entre otros.

Recordó que una vez el Corinthians de Brasil se contactó para contratarlo, pero no se dio. Y el 81 tuvo un ofrecimiento para jugar en Comodoro Rivadavia, “pero el profesor Quetglas me consiguió un contrato en la Municipalidad para trabajar en la escuelita de básquet junto con Oscar, y seguimos. Por eso digo que no fui profesional, pero el básquet fue y es mi vida”.

Hoy, con doce equipos confirmados, se desarrolla una nueva edición del Súper Liga y el torneo llevá el nombre de Rubén “Samba” Sandberg, un homenaje más que merecido por tanto talento, sacrificio y humildad. Una muestra de gratitud por tanto básquet.

Por Daniel Villamea