Los grandes no necesitan presentarse con nombre ni apellido, y con el apodo alcanza para saber que son ellos. Así, la gente del deporte sabe quien es Pepe. Y no hace falta más protocolo, porque Pepe (Martínez, para algún distraído) es sinónimo de básquetbol.

Además de su prolífica y extensa carrera deportiva, con varios títulos a nivel provincial y nacional, Pepe tiene una notable memoria y la virtud de compartir sus mejores recuerdos deportivos. Los primeros años. Es difícil sintetizar tantos años de básquetbol, y casi imposible si se trata de un personaje tan rico en anécdotas. Pero toda historia tiene un comienzo.

“El profesor Andrés Quetglas me enseñó a picar la pelota cuando comencé la secundaria, y así le tomé cariño al básquetbol”, contó Pepe. Nos juntábamos en el Centro Recreativo Juventud con Nene Krawczyk, Rogelio Maciel, Chopa Panasiuk, Catilo Escobar y una barra grande. Así fuimos creciendo, mejorando e integrando distintos equipos”. Toda una generación de grandes jugadores se vio beneficiada por la pujante Asociación Obereña de Básquetbol, que en los años 60 llegó a tener una decena de equipos, como Ex Alumnos 185, Olimpia, Vanguardias, Recreativo, Sporting, El Taladro, Oberá Tenis Club y Banco Nación.

“Comencé a jugar en Sporting con mi gran amigo Gerardo Ullrich, que fue una especie de guía de muchos chicos, y luego pasé al Oberá Tenis Club. Y en el 64, a los 16 años, tuve la suerte de integrar la selección obereña que jugó el provincial de Concepción de la Sierra, donde perdimos la final por poco”. En esa primera selección jugó con Thomas Osmer, Osvaldo Mariño, Alfredo Uljools, Feversani, Pereyra, Barón Rodríguez y Chiquito Dalmau, entre otros. Desde entonces participó en 22 provinciales. “En el 65 comenzó el recambio generacional y se sumaron Rogelio Maciel y Chopa Panasiuk, pero otra vez perdimos por un tanto contra Posadas en Apóstoles”.

HISTORICO TRIUNFO ANTE POSADAS

Así como la Asociación Obereña vivía años de esplendor y los torneos provinciales de selecciones eran el máximo atractivo, también es cierto que el equipo de la capital era imbatible y arrasaba con los títulos. “Nunca podíamos ganarle a Posadas, siempre perdíamos por uno o dos tantos. Hasta que en el 73 inauguramos el complejo y pensamos que era nuestro año, pero también perdimos”. Al año siguiente, en Montecarlo, el profesor Quetglas solicitó árbitros de afuera, porque en las finales siempre cobraban jueces de Posadas. Ahí apareció Ramón Fraixedes, un árbitro FIBA que dirigió los Juegos Olímpicos de los Ángeles 84. Con un arbitraje más equilibrado, Oberá y Posadas se enfrentaron en semifinales. El partido fue muy luchado, pero los obereños rompieron el maleficio y lograron el triunfo.

Ya en la final, Oberá logró una abultada victoria ante Aristóbulo del Valle y obtuvo el ansiado campeonato. Así, el conjunto de la Capital del Monte destronó a los capitalinos que sumaban once títulos consecutivos, y ese hecho se vio reflejado en la revista El Gráfico. “Qué rápido que pasó el tiempo, parece que fue ayer que vivimos esa experiencia inolvidable”, comentó Pepe con emoción, y destacó que “el título del 74 marcó un hito muy importante, porque era como un tabú que no podíamos ganarle a Posadas. Eso nos cambió la mentalidad y fue un vuelco total”.

El profesor Quetglas se dio por hecho y dio un paso al costado, pero en el 76 llegó Damaceno López. Para marcar la superioridad del básquetbol obereño durante esas temporadas, basta decir que en el 76 fue campeón provincial invicto y ganó todos los partidos por más de 30 puntos, a Posadas incluido. Según el protagonista de esta historia: “La característica número uno del equipo era la garra y la unión del grupo. No teníamos mucha altura, pero sí una buena preparación física y marcábamos en toda la cancha. Primero defendíamos a muerte y luego pasábamos al ataque”. Además, destacó que gracias al recambio generacional el básquetbol obereño se fue nutriendo de excelentes jugadores como Julio Romero, Fabián Croux, Oscar Ruiz Díaz, Rubén Sandberg, Willy Lescano, Roberto Rochol y Cacho Stadler, entre otros.

TIEMPO DE COSECHA

Entre tantos y buenos jugadores que tuvo como compañeros, Pepe Martínez aceptó el difícil desafío de confeccionar su equipo ideal. Aunque al tratarse de una trayectoria tan extensa, tuvo la posibilidad armar dos quintetos. De los años 60: Cacho Ramírez alternando con Jorge Romero, Pepe, Chopa Panasiuk, el Flaco Silvero y Nene Krawczyk. De la Liga Nacional del 86: Pepe, Willy Lescano, Rubén Sandberg, Joe Manley y el gran “Finito” Gehrmann.

Pepe integró la selección obereña desde 1964 hasta 1987. En total disputó 22 campeonatos provinciales, y logró los títulos del 74, 76, 80, 84 y 86. Además, integró el equipo de O.T.C. en la ex Liga Nacional B del 86 y varias veces la selección misionera. En tanto, como profesor de Educación Física formó a varias generaciones en la práctica deportiva y el año pasado la Fiesta del Deporte Obereño llevó su nombre. Es que Pepe empezó a cosechar todo lo bueno que sembró como jugador, entrenador y organizador. Y más que merecido lo tiene.

Por Daniel Villamea