Hay nombres propios que trascienden y se transforman en referencia de una actividad, como el gran Ichiro Okuda, sinónimo del vóley en Oberá y la provincia, formador de generaciones de jugadores.

Ya en 2013, el Concejo Deliberante obereño le otorgó el Diploma al Mérito, una merecida distinción para quien está al frente de la escuela municipal de vóley y las selecciones locales. Y el año pasado, la Fiesta del Deporte Obereño llevó su nombre. Súper merecido.

Ichiro nació el 14 de febrero de 1949 en la ciudad de Saporo, al norte de Japón. En 1958 arribó con sus padres a América y se instalaron en el Paraguay, donde su familia se dedicó a la agricultura.

En el año 1965 llegó a Oberá y comenzó a trabajar en la histórica tintorería Tokio, la primera en su rubro de la zona, donde aprendió el oficio con Ichisuke Kimura.

En tanto, su pasión por el vóley comenzó desde muy pequeño, cuando inicio su escolaridad en Japón. En su juventud organizó y participó en equipos de su colectividad, donde conoció a su esposa Lidia Saito, ya fallecida, con quien tuvo tres hijos: Laura, Santiago y Damián.

En el año 1980 el profesor Andrés Quetglas lo invitó a sumarse a la comisión de deportes de Oberá. A partir de allí, y con el apoyo de los hermanos Minoura, incrementó su actividad en el deporte que lo apasiona.

“Para mí el vóley es una pasión, y el deporte en general, porque forma a los jóvenes en hábitos saludables, enseña a compartir, hacer amigos”, sintetizó. Sencillo, humilde y generoso. Así es el sensei del vóley obereño.

Por Daniel Villamea